sábado, 14 de abril de 2012
Los besos no se gastan
Raquel Martos da un repaso al alfabeto de las emociones
Ayer estuve en la presentación de la primera novela de Raquel Martos, "Los besos no se gastan". Magnífico título, ya lo dijo Nativel Preciado, madrina del evento. Y magnífica historia. O debería decir "historias".
Apenas 24 horas después estoy devorando el libro y he hecho este receso para hablarles de él. No es fácil que alguien te acaricie el corazón con sus misivas. Pero Raquel ha escrito algo emocionante dentro de lo cotidiano. Quizá porque ha sabido entender lo que de aventura tienen la vida y sus emociones. Juegos de sentimientos que se van sucediendo por momentos. Ara una risa, ara un lágrima que te dibuja el rostro.
¿De qué habla "Los besos no se gastan"? De amores. Pero no, o no sólo, de amores de pareja. No. De amores básicos, de vínculos entre personas, de lazos que se atan y desatan a veces sin saber porqué. De a quién has elegido de amigo, de cuándo se cruzó en tu camino, de porqué esa persona y no otra, de dónde está, de si lo sabes, de qué te une o te desune de ella, de la lealtad y del arraigo, de lo que nos vale la pena aunque no lo sepamos.
Va Raquel y nos araña el alma cuando hemos apostado por vivir en un universo de prisas sin reparar en nada. ¿Saben de qué me acordé ayer mientras Raquel nos presentaba su libro? De mi madre. De mi madre cuando se quejaba de lo que le costaba en tiempo, cariño y energía cocinar un fabuloso plato para que los demás lo devorásemos sin valorar ni el esfuerzo ni el resultado. Porque a Raquel Martos escribir estas líneas, darles sentido, le ha llevado mucho de todo eso. Y me parece que los lectores se las van a leer de un tirón sin entender que todo lo que nos remueve, lo que nos agita cuando estamos metidos en él, es motivo suficiente para darle las gracias a su autora.
También me acordé de un hermano mío, siguiente a mí, a quien recuerdo enamorado en su niñez primera de su señorita de párvulos. Un amor infinito hasta la inconsciencia que mi madre admiraba. ¡Cuántas capacidades de emocionarnos dejamos en el camino! ¿No conocen a ningún analfabeto emocional? ¿Sólo yo los tengo cerca?
En esta vida, al menos yo, he dicho "holas" que no sabía a dónde me llevaban y "adioses" que me dejaban tan desnuda que no había posibilidad de encontrar abrigo. Porque la desnudez del alma te provoca un frío que te hiela las entrañas. Y el calor de los recibimientos se adueña de tí y te lleva, te lleva, te lleva...y, a veces, deja de llevarte.
Hoy le enviado un sms a Raquel (un día de estos voy a plasmar aquí mis sensaciones sobre este nuevo lenguaje) para decirle que es un hallazgo. Cuando vuelva a encontrarme con ella le explicaré que no hay ninguna foto que le haga justicia, porque su belleza no cabe en un retrato.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me ha enamorado tu penúltimo párrafo. Gracias.
ResponderEliminar"En esta vida, al menos yo, he dicho "holas" que no sabía a dónde me llevaban y "adioses" que me dejaban tan desnuda que no había posibilidad de encontrar abrigo. Porque la desnudez del alma te provoca un frío que te hiela las entrañas. Y el calor de los recibimientos se adueña de tí y te lleva, te lleva, te lleva...y, a veces, deja de llevarte."
Mil gracias. ¿No te vas a animar a hacerte miembro de mi blog? Veo que me lee mucha gente pero poca se apunta...
ResponderEliminar