martes, 27 de marzo de 2018

Carta de amor al teatro



Carta de amor al teatro



Querido teatro:


te amo. No recuerdo bien cuando llegué a este estado de admiración y pasión por ti. Supongo que fue algo gradual, alimentada mi infancia como estuvo por las continuas visitas a tu vida. Tu ya tenías una trayectoria. Llegabas desde universos como el griego que a mi me fascinaban. Realmente, a mi me fascinabas tu cada vez que ese telón se levantaba: ágil, inteligente, emocionante, lúcido, vigoroso, peleón, divertido, tierno, duro si hacía falta, observador, comprometido, ... ¡He viajado contigo a tantos sitios! ¡He visitado tantos momentos! ¡He tenido tal sensación de estar mirando a través del ojo de una cerradura aquello que ocurría a la vista de cualquier mortal!

Has enriquecido mi vida, mis sentimientos, mi alma, mi corazón, mi conocimiento, mis relaciones, mis amistades, mis ilusiones, mis energías, mis alegrías, mi creatividad, mi ansia, mi deseo, mi risa, mis lágrimas. Has dotado a mi vida de otro sentido desde que irrumpiste en mi vida silenciosamente.

Ya no puedo imaginar mi vida sin ti. Envidio a quienes te viven más cerca y sufro por quienes no te conocen. Hablo de ti continuamente. Siento mariposas en el estómago cuando te cruzas conmigo. Te aplaudo a rabiar y, a veces, te sufro. Pero siempre hay algo de ti que vale la pena. En mi entorno existen personas que creen en ti tanto que te lo dan todo. Y me empujan. 




Hoy es tu día. En realidad, para mi, tu día es cada día. Porque siempre estás ahí, dispuesto a regalarme algo. No lamento ni una de las lágrimas que derramé contigo y aún disfruto de cada risa que me has traído a la boca. Y al corazón. Porque contigo se ríe y se llora con el cuerpo entero. A veces, hasta el dolor. Y no importa. Porque me recoges en ese abrazo largo e intenso con el que me envuelves y soy el ser más feliz del mundo.

Teatro, gracias por estar ahí. Como el aire. Como el compañero que nunca falla. Nos queda aún mucho camino. No siempre fue fácil. Nadie dice que lo sea en un futuro. Pero, a mi, con saber que estás ahí me vale.