Con faldas y al bocho.
Reconozco que cada vez me gustan más las fiestas de Bilbao. He conseguido huir de lo masivo, que me da miedo porque soy pequeñita y pretendo ir de social, y recalar en los puntos y momentos que me interesan. Quizá tenga un Bilbao escondido, tan lejano para otros como cercano para mí. Pero ahora me asomo a las Aste Nagusia con otra mirada.
Hace años me jalearon muchos, otros me criticaron, cuando aposté por el parecido de Marijaia con la Duquesa de Alba. Se ha convertido en un clásico y, de hecho, el otro día una señora me paró en pleno Casco Viejo para decirme que me copiaban muchos en pleno 2012 defendiendo mi teoría. Ya me la reconocerán. Tengo testigos.
Para los que no conozcan a "Marifiestas" he aquí la demostración de mi teoría largamente acariciada.
También he disfrutado mucho, otros años, de los fuegos desde la terraza escondida del Barceló Nervión. Todo un lujo, como el hotel y el personal. En estos momentos soy más de los pies en el suelo...¡qué le vamos a hacer!
Aposté por las modas que los chinos imponían en sus visitas a lo bares, cargados de luminosos en todos sus formatos. Lo tuve todo: el micrófono, la corona, el anillo, las gafas, los cuernos...A saber dónde paran algunos, pero los que controlo, siguen funcionando.
Y últimamente he reparado (un par de años ya y va para arriba) en lo que he decidido llamar la "bilbsexualidad": los mozalbetes han decidido lucir en las fiestas las faldas de arrantzales. Y están muy guapos. Es como el kit escocés pero en euskaldun. Desconozco sin los chavales van provistos de ropa interior porque yo soy de mirar...pero hasta donde me dejan. Pero si, como supongo, el asunto responde a cuestiones prácticas, imagino que sí.
Lejos de pensar que conllevan alguna carga política e inciden en el orgullo vasco (incluida la defensa de la independencia) como seguro algunos harán creer, tengo la sensación de que ambas faldas (escocesa y euskalduna) colocada en los cuerpos varoniles responde a la imperiosa necesidad de no destrozarse los pantalones en los campos de batalla. En este caso, en las txosnas. Valdrían unas bermudas, pero protegen menos. Las faldas tapan sin que los bajos vuelvan a casa cargaditos de alcohol. Que para eso ya están algunos de sus dueños.
Y además, que quieren qué les diga: a mí siempre me han gustado mucho la gente moderna, los hombres atrevidos y los varones con falda. El año que viene, vestidos de rosa. A ver si ya vamos acabando con algunos tabús.